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De toma pacífica a batalla campal

Toma pacífica

“¡Provóquenlos! Los malos no seremos nosotros.” Esa parecía haber sido la orden, cuando sin razón aparente y a pesar de los cánticos que se expresaban los muchachos del no uso de la violencia, allí estaba el grupo ESMAD lanzando gases lacrimógenos contra quiénes, unos minutos antes, cantaban y aplaudían en grupo mientras bloqueaban la avenida de la ruta transmilenio en la Avenida Caracas.

Ese había iniciado como un día normal. Hora de levantarse, tomar una ducha, comer algo, revisar si se tiene todo lo necesario para el día, contar las monedas y salir a la calle. Rituales que convierten todos los días en normales y a los que no hay mucho que contar a la pregunta: “¿Qué tal el día?”. Pero ese día fue diferente.

Como usuario regular del servicio de transmilenio llevo algo más de un par de años. He despotricado por las tantas veces que he llevado juiciosamente el papelito que me entregan desde la estación de partida hasta la de llegada los días que hacen ese “estudio”, para darme cuenta que para lo único que sirvió fue para estadísticas; he hablado mal por el diseño de las entradas de las estaciones que, en algunos horarios, es más la gente apiñada en la fila para entrar que la que espera bus adentro; he visto como – igual que muchos – en horarios donde las estaciones están tan llenas que ni se puede caminar, pasan y pasan buses vacíos de los llamados “en tránsito” sin recoger un pasajero; igual he visto como en la estación de la 127 las personas que esperan la ruta G12 saltan a la autopista a detener un bus – de los llamados “en tránsito” – porque llevan más de 20 minutos mirando cómo llegan buses de esa ruta tan llenos que no se puede ni entrar ni salir y sin esperanzas de que puedan tomar uno rápido; he pensado también que las personas que administran transmilenio nunca, al parecer, han montado en uno; he tenido que empujar e igual ser empujado para poder lograr llegar a mi destino; y también he agradecido porque el transporte para una ciudad como ésta fue mejorado en tiempos para llegar de un sitio a otro con estos buses (esto no se puede negar). Podría decir muchas cosas, pero a pesar de lo que me queje, no soy tan regular o asiduo a este transporte y no me han tocado situaciones tan graves como a otros que me han contado (nunca me han robado, por ejemplo, a pesar de montones de historias que cuentan en las que incluyen armas blancas dentro de sus protagonistas).

Estación MarlyPero para ese día, la historia fue otra. Cuando llegué a la estación y vi que se encontraba cerrada y observé que muchas personas tapaban la vía a los buses, recordé lo sucedido hacía unos días atrás en la estación de Banderas y tuve un pensamiento: “Tarde que temprano iba a pasar”. La disconformidad no era mía solamente. Ese 9 de marzo, se había citado por parte de diferentes sectores una jornada de protesta contra el servicio de buses por las diferentes quejas que presentan sus usuarios inconformes con el servicio (http://www.comosoc.org.co/?q=node/237). Y así había comenzado en la mañana con grupos en diferentes estaciones bloqueando el paso a los buses, protestando con diferentes carteles que pegaron en ellos, con cánticos, con montones de teléfonos móviles tomando fotos de la escena, con acordonamiento policial para evitar mayor caos vehicular.

El grupo de jóvenes se dispersó con los primeros lacrimógenos que cayeron y empezaron algunos a patear las latas para devolverlas a los policías. De nuevo se reunieron al momento pero eso no detuvo a que siguieran lanzando gases, algunos de los líderes gritaban “mentirosos” a los policías, otros muchachos con la adrenalina del momento empezaran a responder con piedras que tenían a la mano y empezó a las 11 de la mañana aproximadamente la batalla campal que continuó durante la tarde, ese toma y dame entre una tanqueta lanzando chorros de agua, un grupo de policías con escudo (que igual tosían), otros lanzando latas desde sus pistolas sin saber hacia adonde y unos muchachos con piedras de todos los tamaños repeliendo y atacando.

Estación MarlyYa los ánimos exaltados de unos y otros llegaron a los vidrios de las estaciones que fueron quebrados sin contemplación. Otros aprovecharon el momento para saquear y llevarse todo lo que pudieron sacar de las abandonadas taquillas (y de las estaciones) sin pertenecer (o quizás siéndolo) al grupo de manifestantes. Y de ese día solo quedaron las cifras y fotos de destrucción, fotos de muchachos supuestamente buscados por la policía por vandalismo y daños. Recuerdos de personas atrapadas y asustadas dentro de las estaciones en esa mañana, y de otras desesperadas dentro de los buses que estuvieron parados por más de una hora.

Más tarde miraría la calle desolada por un rato. Basura en el suelo regada. Escombros y piedras. ¿Cómo llega una toma pacífica a algo así? Mejor no contestar. ¿Diálogo?


Todas las imágenes fueron redimensionadas y degradadas en calidad para ser incluidas en el sitio.

Publicado enBitácoraDivagarOpiniónPeriodismo

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